Cristián Velasco



Sensible al vínculo arte-vida, Cristián Velasco se instala en el cruce entre el individuo y el espacio que habita, investigando problemas conceptuales y estéticos asociados al cuerpo, la memoria, los conceptos de habitabilidad, territorio y tiempo. Interesado en los procesos de obra y en las posibilidades combinatorias del trabajo industrial y el artesanal, su personal propuesta transita libremente por la pintura, el textil, el video, la fotografía, el performance y la instalación.

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Dirección:
Condominio Los Pitalles.
Parcela 9, Tunquén.
Comuna de Casablanca.
Región de Valparaíso, Chile.
Entrevista con el curador y artista visual mexicano, David Miranda.
Enero 2023.


        
NEXO: Pan para el cuerpo, poesía para el alma

A partir de un proceso colaborativo con panaderos locales de la Ciudad de México, Cristián Velasco realizó una serie de acciones de intervención urbana, para la construcción de diálogos e interpretación poética, usando textos y la elaboración de pan como materia para la creación de una escultura social. Como dispositivo de intercambio, Cristián propuso la producción panadera desde una metáfora simple para su inserción en el espacio público, como un objeto comunicante y compartido que más allá de su condición de alimento, se dispuso como soporte para transmitir conceptos, consignas, mensajes, desde lo poético a lo político, desde lo práctico a lo efímero.


DM: ¿Cómo fue que tu trabajo se desplazó de la producción objetual a un proceso performático?  

CV: La cualidad performativa siempre ha estado en mi trabajo de una u otra forma. Llevo varios años que he desarrollado obra objetual y acciones performáticas en distintos contextos. Desde que inicié mi actividad artística en forma profesional a comienzos de los 2000, ya estaba haciendo performance sin tener mucha conciencia de ello. Luego, con el tiempo y el entendimiento de ciertos procesos, apareció el video y comprendí que mi interés por el arte estaba dado más en su operación que en su resultado, más allá del cuerpo de obra objetual que sí desarrollo.

Por otro lado, entiendo el quehacer del arte como un ejercicio en constante proceso de movimiento y transformación y, en mi trabajo más objetual, intento hablar de los procesos y los cambios, de manera de poner el foco en la acción. Eso es parte de mi interés en el textil y el bordado… como metáfora de lo procesual. Pienso que es una práctica que en cierta forma grafica de manera más clara el curso que sigue una imagen, el tránsito de las formas, las personas y las cosas. 

En el caso de NEXO, hay un encuentro más frontal con el otro que lo hace ser más directo y dialogante. Aquí el cuerpo está como materia prima para pensar y hacer, en ese sentido; el cuerpo reevalúa y cuestiona el lugar que ocupa respecto a la institución.


DM: Respecto al performance que denominas NEXO, que has realizado en diferentes ciudades de México en los últimos meses ¿Cuál ha sido tu experiencia? ¿A partir de qué decides qué palabras utilizar?

CV: La experiencia de hacer esta obra en el espacio público ha sido realmente maravillosa, conmovedora y transformadora -de alguna forma- para las personas que se animaron a sacar un pan… y para mí… bueno, una oportunidad única de diálogo y de escucha muy potente.

El intercambio que se ha generado a partir de la palabra -el acto de hablar- ocupando el pan como soporte y el regalo como vía, han suscitado encuentros muy ricos de reflexiones y diálogos. En ese sentido, pienso que las palabras utilizadas estuvieron bien, ya que aludían a asuntos universales que hoy por hoy recobran mucho sentido (aunque suene cliché). Me di muchas vueltas… hubieron múltiples ideas, pero finalmente prevaleció el sustrato del proyecto, que pretende hablar de las emociones y ciertos asuntos de interés colectivo que se tocan de manera parcial o superficial. Cosas más filosóficas o espirituales, como por ejemplo la pregunta: ¿Qué sueñas?, o las palabras: confío, esperanza, tiempo, origen, música, poesía, entre otras.


DM: Me surgen varias inquietudes, quiero preguntarte sobre el desplazamiento de la función del artista una vez que ejecuta su proceso creativo en el espacio público ¿cómo consideras que se altera su rol en la sociedad?

CV:  Pienso que este tipo de ejercicio también forma parte de la función del artista, o de ese rol, como mencionas. Es decir, creo que el arte es algo que va más allá del espacio institucional y va por sobre el intercambio monetario. La oportunidad que nos ofrece el arte, creo que tiene que ver con las distintas aproximaciones al ser humano. El pan, el texto y el regalo en el espacio público, otorgan sentido en el circuito que se establece entre el objeto hecho y las respuestas emocionales, psicológicas y fenomenológicas. Entonces, suceden declaraciones performativas, momentos de interrelación entre el mundo material, las percepciones y los significados. Finalmente, la obra se construye ahí. Es un momento presente completamente colaborativo y espontáneo que sucede en el encuentro. Se produce un acto en sí mismo. Un acto que crea nuevos procesos, nuevas acciones, nuevas reflexiones.

Pienso también en el teatro y el circo callejero. Tiene algo que ver con eso. Con una aproximación al otro que se da de manera pública, espontánea y recíprocamente enriquecedora y creativa.


DM: ¿Fue difícil establecer contacto con las personas desde un convenio que no implica una relación de intercambio utilitario?

CV: La verdad fue bien interesante. La mayoría de la gente no podía creer que les estuviera regalando el pan. Como vivimos en una sociedad absolutamente capitalista, donde todo tiene un valor, este tipo de intercambio es algo que descoloca y confunde, pero que finalmente atrae. Porque yo les regalaba el pan, pero les pedía a cambio que dijeran algo sobre la palabra que ahí estaba escrita. Entonces, claro… el intercambio es una apertura, un regalo en todo el sentido de la palabra. Imagínate que te dejen hablar de algo profundo... Que te preguntan ¿Qué sueñas?... entonces hay una invitación maravillosa que quizá nunca habías tenido.

Por otro lado, en México existen varios antecedentes culturales. Fiestas donde sí se regala comida y son parte de costumbres que siguen muy vivas. Quizá está un poco metido en su memoria, pero la calle es la calle y el código es otro. La verdad fue algo muy lindo. Poder regalar siempre es gratificador y se genera una energía bien potente, porque la alegría y la gratitud de esa persona se vuelve circular y hace que todo siga girando.


DM: En el caso de NEXO, la obra puede ser identificada como una situación transitoria, efímera, desde esa idea ¿qué tan importante es el registro y documento de la misma? ¿Qué tipo de decisiones tomas para la construcción del relato de este tipo de proyectos?

CV: Creo que el registro es muy importante, pero no lo es todo. Hay material de video y audio. La acción es un ejercicio etnográfico y de documentación. En términos generales, pienso en un relato que de cuenta de algo de la emoción que ahí sucedió, que rescate la memoria atmosférica. No sé.. recién estoy decodificando las experiencias y revisando el material.


DM: Respecto a tu estancia en México, ¿qué peculiaridades has descubierto a partir de la realización de NEXO?

CV: En general, me parece gente muy respetuoso y amable. Por otro lado y, a pesar de lo inesperado de regalarles el pan, noté que hay mucha confianza. Creo que es un pueblo que a pesar de la cruda historia sobre los secuestros y la corrupción del poder, conoce de su historia y la valora, que de alguna forma tiene confianza en sí misma. Que tiene una ideología y una postura social clara.


DM: Para ti ¿En qué momento sucede la obra?

CV: Son varias cosas. Pienso que cuando comienzo a instalar los panes en la mesa se inicia la performance propiamente tal. Luego empiezo a ofrecerlos a viva a voz y se activa en mí una energía muy potente donde me instalo como un vendedor que inicia su ritual de venta. Es muy curioso porque es como una actuación, como si estuviera haciendo un papel en una obra, pero al mismo tiempo es real. Tengo que atraer a las personas y ofrecerles mi producto… este producto que se regala y se come. Existe una situación que para mí es más teatral, pero para el contexto y para el otro, no necesariamente lo es.

La obra es todo, pero su esencia sucede en el intercambio del pan. Ahí surge el arte. Es cuando estoy yo comportándome como si fuera el otro y el otro entregándose desde la emoción, la palabra y la acción. Es una perspectiva de tiempo y espacio. Sucede en la escucha, el diálogo y el encuentro, y claro, cuando la persona se va comiendo su pan… sucede algo más efímero aún. Se come esa palabra y toda esa reflexión que acaba de compartir, que aparentemente se desvanece, pero de alguna forma abre nuevas posibilidades reflexivas y de interpretación. La obra es la palabra, el intercambio y la escucha.