Zona de flujo
Museo Nacional de Bellas Artes
Santiago de Chile
2017
La condición nómade contribuye a la creación libre de un territorio, tal como la danza que da un nuevo aire al lugar donde se desenvuelve.
El sólo acto de caminar puede hacer las veces de una “primera acción estética” que penetra “en los territorios del caos, construyendo un nuevo orden”, como sostiene el arquitecto Francesco Careri.
Texto: Pedro Donoso A.
El sólo acto de caminar puede hacer las veces de una “primera acción estética” que penetra “en los territorios del caos, construyendo un nuevo orden”, como sostiene el arquitecto Francesco Careri.
Texto: Pedro Donoso A.
En el caso de la acción de Velasco instalado en un territorio en el que ha echado raíces, sus prácticas hablan de arte y de un recorrido psicogeográfico por el entorno boscoso - de la zona costera en la región central- que alienta la construcción espontánea de modos de uso y tránsito.
Zona de Flujo ofrece también una experiencia de “destierro”, un acercamiento extraño a la geografía de otro lugar. El traslado de una importante cantidad de tierra desde Tunquén al Museo Nacional de Bellas Artes, configura un paraje en miniatura dentro de la solemnidad institucional. Acordonado por una cerca de trenzado vegetal, el límite entre Naturaleza e Institución resalta como división esencial entre lo natural y lo cultural. Al pasar a la sala, el visitante queda atrapado en la separación, no hay afuera.
“Hablar del límite como aquello que redibuja y determina el paisaje; revisar cómo ese límite constituye un gesto político y ver cómo esa idea de dominio del hombre sobre la naturaleza se desmorona frente a cualquier evento que la propia naturaleza puede accionar... toda la idea de poder sobre el territorio pierde sentido. El espectador de pronto está acorralado dentro del paisaje: ya no es el hombre el que domina, sino el paisaje el que determina el movimiento y la acción del hombre.”
Cristián Velasco.
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