Parque Cultural de Valparaíso, Chile.
2025.
A partir del proyecto Nexo, realizado en cuatro espacios diferentes, se editó un video con la sumatoria de las performances y la interacción en el espaciop público. Rescatando el contenido de la obra y los diálogos registrados con las personas en el intercambio de panes, surgieron una serie de piezas que se desprenden al plano objetual, ocupanpo la masa como material escultórico y el imaginario del pan y la palabra, como dispositivo objetual, lúdico y simbólico.
Curaduría: Juan Yolin.
“Pan”, tres letras que en griego significan “todo”, remiten a un antiguo dios de los cultos pastorales. De apariencia mitad humana, mitad animal, barbudo, cornudo, ágil y disimulado, expresa una astucia bestial: siempre al acecho, su apetito es la sexualidad. Su nombre le fue dado por otros dioses, no solo porque todos se le parecen en cierta medida por su avidez, sino también porque encarna una tendencia propia de la naturaleza. Si lo despojamos de esa sexualidad violenta e irreprimible, personifica al gran todo de la vida. No deja de ser curiosa esta evolución de Pan, que pasa del desenfreno sexual a un orden universal, cuya desaparición será siempre presagio del horror.

Otro ejemplo lo encontramos en el Evangelio de San Mateo, donde se compara la piedra con el pan: Jesús es conducido por el Espíritu al desierto, donde el Diablo le sugiere cambiar piedras por panes. En muchas comuniones, el pan es el alimento esencial, el “pan de la vida eterna” del Cristo eucarístico, la piedra erguida de Jacob, primera casa de Dios, que después se transformará en la casa del pan.
Cristián Velasco, en todo caso, hace oídos sordos a toda esta tarantela religiosa, no así espiritual. Lo que busca es leudar por la estrecha vinculación entre arte, vida y trabajo. La cocina es practicada aquí como un arte mayor, en vista de que cualquier persona, privada de alimento, no tendría fuerzas para realizar tarea alguna. En estas piezas se percibe un filo conceptual fruto de su brevedad poética y narrativa, lo que deja entrever una influencia del Arte Povera, y por qué no, de nuestros precarios conceptualismos locales. Panes horneados y palabreados mediante el sencillo milagro de clichés como: “contigo, pan y cebolla”, “en la puerta del horno se quema el pan”, “las penas con pan son menos”, “pan para hoy, hambre para mañana”, entre otros.
El pan se relaciona con la vida activa. El vino, era que no, con la contemplativa. El pan responde así a los pequeños misterios. Y esto lo sabe quien amasa, metido por entero en la cocción. Cuando pone los panes al fuego, su cabeza entra en el horno y el hambre lo sostiene por los pies.
Juan Yolin. Marzo 2025.





Texto Adolfo Torres ︎︎︎


