Cristián Velasco



Sensible al vínculo arte-vida, Cristián Velasco se instala en el cruce entre el individuo y el espacio que habita, investigando problemas conceptuales y estéticos asociados al cuerpo, la memoria, los conceptos de habitabilidad, territorio y tiempo. Interesado en los procesos de obra y en las posibilidades combinatorias del trabajo industrial y el artesanal, su personal propuesta transita libremente por la pintura, el textil, el video, la fotografía, el performance y la instalación.

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- Nexo
- Cosecha
- La falla verde
- Distanciamiento social
Sin temor al tigre ni al rinoceronte
- Pertenecer a ningún lugar
- Las cuatro caras de la dignidad
- Receta retenida
- Zona de flujo
- Red
- Autótrofo
- Gimnasia artística
- La tierra de todos, la casa de nadie
- Hogar
- Producto local
- Diálisis
- Sueños remotos
- Tripa
- Cortar-coser-rellenar- abotonar
- Duermo al amparo del arte
- Pinturas, costuras y bordados

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Tel: +56993381022

Dirección:
Condominio Los Pitalles.
Parcela 9, Tunquén.
Comuna de Casablanca.
Región de Valparaíso, Chile.

La tierra de todos, la casa de nadie


Yam Gallery
San Miguel de Allende, México.
2011
El trabajo de Cristián Velasco se interesa en la huella del hombre, tanto emocional como corporal, a través de la recuperación y acumulación de objetos y materiales en desuso.




Texto: Marie Moebius.


La naturaleza misma de estos objetos textiles (aquellos materiales blandos, de tacto suave y coloridos florales, retazos de colchones, paños, cortinas e hilos) remite al universo doméstico, a la familia, a lo íntimo. Cristián Velasco los vuelve a unir, tal vez a la manera de los pájaros recolectando pedazos de fibras para construir su nido, y recrea en estos collages los paísajes de la comodidad familiar, algo burguesa, de nuestros hogares.

Si bien los tapices de antaño contaban leyendas y hazañas de grandes personajes, los patchworks de Velasco nos cuentan las leyendas de las familias modernas. Las siluetas genéricas que se imprimen sobre el textil son los retratos de nuestra memoria no tan antigua, pero ciertamente nostálgica (la casa de los abuelos, nuestra infancia), tal una fotografía setentera un tanto descolorida.

Recuperando estos retazos vitales, el artista restituye aquí una efigie más completa, impregnando la memoria difuminada por la consensual nostalgia con la experiencia carnal de la humanidad. El hombre no puede sospechar la persistencia ni la amplitud de su propia huella ; el trabajo del arte es justamente figurarla. El diálogo que se instaura entre el artista y el público en La Tierra de todos, la casa de nadie es de una sensible honestidad, es una declaración de hermandad entrañable. Cristian Velasco nos recuerda : estos somos nosotros.